Música Cristiana en la Edad Media.
El canto antiguo.
La revolución espiritual de que se hicieron propagandistas los primeros apóstoles del cristianismo no se impuso sino lentamente. La religión cristiana fue adoptada por el Imperio Romano. Ya desde sus orígenes, su liturgia y su música estuvieron marcadas por la tradición judía, a la que vino a sumarse la influencia griega y romana. Las celebraciones religiosas de los primeros cristianos fueron poco a poco conformando un nuevo tipo de expresión musical austera, puramente vocal.
El canto (canto llano) es una forma sagrada monódica que representa la música más temprana conocida de la Iglesia Cristiana. La tradición del canto de los salmos en las sinagogas, fue sin duda una fuerte influencia del Canto Cristiano. El canto se desarrolló separadamente en varios centros europeos. Entre los más importantes tenemos a Roma, Hispania, Galia, Milán e Irlanda. Este canto era desarrollado como forma de soporte a la liturgia regional usada cuando se celebraba la misa. Cada área desarrolló su propio canto y reglas de celebración. En España se usaba el canto mozárabe (que ya hemos estudiado anteriormente) y muestra la influencia de la música del Norte de África. La liturgia mozárabe sobrevivió aún a la regla musulmana, no obstante fue una corriente aislada y su música fue suprimida más tarde en un intento de reforzar la conformidad con la liturgia completa. En Milán el canto ambrosiano, nombrado por San Ambrosio, fue el estándar, mientras que el canto beneventano se desarrolló alrededor de Benevento, otro centro litúrgico italiano. El Canto gálico se usó en la Galia y el Canto celta en Irlanda y Gran Bretaña.
Alrededor del 1011 d.C., la Iglesia Católica Romana quiso estandarizar la celebración de la misa y los cantos. En esa época, Roma era el centro religioso de la Europa occidental y París era el centro político. Los esfuerzos de estandarización consistieron principalmente en combinar estas dos regiones litúrgicas (Roma y Galia). Este cuerpo de cantos llegó a ser conocido como Cantos gregorianos. Por el siglo XII y XIII los cantos gregorianos habían superado a todas las otras tradiciones de cantos occidentales, con la excepción de los cantos Ambrosianos en Milán y los cantos mozárabes en unas pocas capillas españolas.
La música más antigua de la que podamos tener experiencia directa, ya es el final de una larga evolución.
Los primeros textos descifrables y completos datan de mediados del siglo X, y una gran parte de las melodías que conocemos, fueron transcritas de manuscritos todavía posteriores (especialmente de los siglos XII y XIII) no obstante, hemos de pensar que muchas piezas debían de estar en uso desde hacía mucho tiempo cuando fueron notadas. Lo que la notación nos ha transmitido es, verosímilmente, una tradición establecida en los siglos VIII y IX, fortalecida por la autoridad imperial y pontificia: los redactores de los manuscritos con neumas no pudieron referirse sino a un estilo impuesto por la Iglesia, ya que el gusto juzgado por el emperador como “corrompido” debió de ser extirpado por todos los medios: este repertorio carolingio o romano galicano representa ya, sin duda, una cierta decadencia en relación con las melodías de “La edad de oro”. Es, sin embargo, de una riqueza extraordinaria, y aún habría de enriquecerse.
Salvo muy raras excepciones, los manuscritos anteriores al siglo XII, nos han conservado solo música de iglesia. Ésta es la que está en el centro de la música y durante siglos será la fuente de toda inspiración melódica. No obstante, sólo los monjes que la practican constantemente, aprecian plenamente su diversidad y consagran a su descripción obras imponentes. Si el canto gregoriano nos parece uniforme, es porque estamos muy poco familiarizados con él. Sin embargo, podemos distinguir los estilos y las formas correspondientes a otros géneros. La clasificación que sigue es una presentación cómoda que de dicho canto hacemos, y que no indica ningún orden cronológico ni una progresión cualitativa.
Los cantos de la misa.
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Recitativos: reservados a los sacerdotes. Con frecuencia muy bellas en su sencillez, tienen un origen muy antiguo y, probablemente, han conservado lo esencial de su aspecto primitivo.
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Cantos del ordinario: por el coro de los fieles o por la “schola”.
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Aclamaciones: por el coro de los fieles, probablemente espontáneas al principio, y muy sencillas, fueron refinándose y se hicieron rituales.
Piezas de origen salmódico.
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Responsos: estribillos y estrofas con los que la coral responde a los versículos del salmo, cantados por el solista. Primitivamente breves, silábicos e inseparables del salmo, los responsos se han convertido en grandes piezas con vocalizaciones, generalmente en tres partes (estribillo, uno o varios versículos del salmo, estribillo).
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Antífonas: estribillos silábicos introducidos en el canto alterno de los salmos, como preludio, postludio e interludio. Dos semicoros cantan los versículos alternativamente (antífonas) y se unen para cantar la antifonía.
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Tractos: salmos, o fragmentos de salmos cantados de un tirón, sin repetición alguna ni estribillos, sólo para el solista. Son piezas ornamentales con ricas vocalizaciones, que se sitúan entre las lecturas de la misa, principalmente durante el tiempo pascual.
Piezas versificadas.
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Himnos: primitivamente en prosa, en una forma análoga a la de los salmos; luego en verso, a partir de San Ambrosio, estas piezas estróficas constituyen un repertorio artístico heterogéneo, cuyo éxito en la cristiandad fue considerable.
Más tarde se consideraron himnos unos cantos religiosos (y también profanos) consagrados a la alabanza, sin ninguna relación con los himnos “ambrosianos” o “gregorianos”.
Piezas derivadas de los tropos. Una curiosa iniciativa, aparentemente sin consecuencia, fue el origen de un maravilloso enriquecimiento del repertorio, e incluso contribuyó en forma importante a la orientación de la música occidental. Hacia mediados del s. IX, los monjes de Jumieges comenzaron a introducir poemas nemotécnicos en las largas vocalizaciones de los aleluyas, a razón de una sílaba por cada nota, para ayudar a los cantores a recordar las células melódicas sucesivas. Por supuesto, tales poemas habían de mantenerse sobre entendidos, pero era necesario cantar primero varias veces las vocalizaciones “con las palabras” para aprendérselas.
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Música profana: podemos asombrarnos de que los largos siglos de historia musical, en el curso de los cuales adquirieron tal perfección las melodías litúrgicas, no nos habían transmitido testimonios de una música profana. Ciertamente, que los tiempos no fueron propicios, fuera de los muros monásticos para el desarrollo de un arte refinado: invasiones, pillaje, guerras, epidemias, formaron durante largo tiempo el telón de fondo de la vida cotidiana. Pero, sobre todo, la función esencial de la música era la alabanza divina. La supremacía cultural de la Iglesia, especialmente de las abadías, estaba garantizada por el irrisorio nivel de alfabetización, y, bajo los carolingios, por el apoyo del poder político. Preocupada por conservar la pureza de un arte de esencia religiosa, la Iglesia no cesaba de condenar todas las reformas de música profana.
Gran recodo de la Edad Media, la caída de los carolingios (987) coincide con el alba de la nueva cultura. Es el tiempo en que la música “culta” occidental sucede a las tradiciones musicales antiguas.
Hasta el siglo XIX, se negaron a mirar, a escuchar y a comprender lo que pudieron ser esos siglos desconocidos: Rousseau no vio en las catedrales sino “restos de barbarie y de mal gusto”, y Hugo quiso persuadir a sus contemporáneos de que la música data de Palestrina… Hasta el último cuarto del siglo XIX no se descubría la música de la edad media.
El canto gregoriano.
El canto llamado gregoriano es un tipo de canto llano (simple, monódico y con una música supeditada al texto) utilizado en la liturgia de la Iglesia Católica Romana, aunque en ocasiones es utilizado en un sentido amplio o incluso como sinónimo de canto llano.
![Partitura en notación cuadrada. Antífona "Asperges me"](https://static.wixstatic.com/media/b9da3b_4c892a77cfdb4d77a8dbc6f2d83a453d.jpg/v1/fill/w_397,h_500,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/b9da3b_4c892a77cfdb4d77a8dbc6f2d83a453d.jpg)
Partitura en notación cuadrada del "Asperges me". Esta Antífona es un rezo introductorio a la Misa extraído del salmo 50,9-3 y por el cual los fieles piden a Dios ser purificados para así ser dignos de participar en el rito de la eucaristía.
Letra en Latín y traducción.
Asperges me Domine hyssopo, et mundabor:
lavabis me et super nivem dealbabor.
Miserere mei Deus, secundum magnam misericordiam tuam.
Gloria patri et filo et spiritui sancto.
Sicut erat in principio et nunc et semper
et in secula seculorum amen.
Rocíame señor con el hisopo y quedaré limpio
lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Ten piedad de mi señor, según tu gran misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo:
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos amén.
Asperges me Domine
Duración 2:08
![Partitura de Alma Redemptóris Máter. Antífona mariana.](https://static.wixstatic.com/media/b9da3b_6b11426b82654190a00cb03502cad010.gif/v1/fill/w_404,h_409,al_c,usm_0.66_1.00_0.01,pstr/b9da3b_6b11426b82654190a00cb03502cad010.gif)
Partitura en notación cuadrada de la antifona mariana Alma Redemptóris Máter.
Letra en Latín y traducción.
Alma Redemptoris Mater, quae pervia coeli
Porta manes, et stella maris, succurre cadenti,
Surgere qui curat, populo: tu quae genuisti,
Natura mirante, tuum sanctum Genitorem
Virgo prius ac posterius, Gabrielis ab ore
Sumens illud Ave, peccatorum miserere.
Madre Santa del Redentor, puerta siempre abierta del cielo,
estrella del mar, socorre al pueblo que cae
y procura levantarse: Tú que ante el asombro
de la naturaleza engendraste a tu Santo Creador,
Virgen antes y después de haber recibido de la boca de Gabriel
aquel Ave, ten piedad de los pecadores.
Alma Redemptóris Máter.
Interpretes: Monjes de la Abadía Benedictina de Ganagobie - Francia.
Duración 1.15
![Imagen del Códex buranus (Cármina burana).](https://static.wixstatic.com/media/b9da3b_50da6bf5ed9b45ef85f1c987bd0d7d8b.jpg/v1/fill/w_337,h_502,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/b9da3b_50da6bf5ed9b45ef85f1c987bd0d7d8b.jpg)
Imagen del Códex buranus (Cármina burana).
Cármina burana es el nombre dado a la colección de cantos goliardos (término usado para referirse a cierto tipo de clérigos vagabundos y a los estudiantes pobres pícaros)de los siglos XII y XIII reunidos en el manuscrito encontrado en Benediktbeuern, Alemania, en el siglo XIX.
Carmina Burana: Exiit dilucolo rustica puella.
Duración 3:23
Letra en Latín y traducción.
Exiit diluculo rustica puella
cum grege cum baculo
cum lana novella
sunt in grege parvulo
ovis et asella
vitula cum vitulo
caper et capella
conspexit in cespite
scolarem sedere: quid facis tu domine?
veni mecum ludere
Salió temprano la niña campesina
con el rebaño, el cayado
con la lana nueva.
Había en el pequeño rebaño
oveja y burrita
ternera con ternero
cabra y macho cabrío.
Vio en la hierba
sentado un estudiante: ¿qué haces aquí señor?
ven conmigo a jugar.
![ARTE ROMANICO ESTUDIOS MEDIEVALES](https://static.wixstatic.com/media/b9da3b_1ca56eead4064fdd94981ba222adde49.jpg/v1/fill/w_970,h_205,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/b9da3b_1ca56eead4064fdd94981ba222adde49.jpg)